Un día lleno de aventuras en la frontera - tenía que salir de Nicaragua porque la visa de la camioneta vencía hoy. Muchos extranjeros que viven aquí se dan esa vuelta cada 90 días por la visa personal, o cada 30 por la visa del automóvil. A los aduaneros les carga la movida; la llaman la vuelta del perro. La lata es que técnicamente uno debe egresar por 72h, pero con $10 por acá y $10 por aya, generalmente se puede dar la vuelta en un día, lo que vale la pena, porque Costa Rica es carísimo, así que pasar tres días aya significa derrochar 15 días de gastos en Nicaragua.
La salida de Nicaragua fue fácil. Una hora de papeleó, fumigación, etc. Pasar por 'la aguja', entregar el comprobante de importación de la camioneta, y ya. Entrando a Costa Rica hay que primero sacar visa, lo que es fácil, y luego navegar por un mar de camiones hacia la aduana automotriz, que forma parte del Ministerio de Hacienda. Ahí se sacan copias del seguro, y luego se hace cola para pasar por la ventanilla donde ingresan tu vehículo al sistema.
Pasaporte, licencia, titulo, seguro, y comprobante del último egreso, con copias. Me presenté luego de una entretenida espera. Hay una tres filas de sillas, y está principalmente lleno de camioneros el recinto. Hoy, la fila de camiones esperando para cruzar la frontera estaba más corta que ayer - solo 20 kilómetros de camiones! Antes de ayer, llegaba a Rivas la cola - 40km. Habiendo rebasado todo eso en el camino, manejando 20km en el carril izquierdo y lanzándome a la berma cada vez que venía algún camión, bus, colectivo, o carreta en el sentido contrario, esperar en 'fila' una hora par pasar a la ventanilla parecía como si nada. Lo cómico es que ahora tienen estas tres filas de asientos, y hay una orden social muy divertida. Para guardar turno, los camioneros se organizan, y se sientan en orden, de modo que cada vez que se despacha uno y hay una ventanilla libre, todo el mundo se para, y se mueve una silla a la derecha.
Hasta hace poco, esto era una especie de terraza cubierta. Nunca faltaba el calor insoportable, ni la polvareda, ni los bichos. Ahora es una moderna sala de espera con sus sillitas y aire muy acondicionado. El aire se siente rico cuando uno recién llega todo acalorado. Pero la espera suele ser larga, como hoy, y luego de 20m uno empieza a propiamente cagarse de frío. Solo queda aguantarse y congelarse.
Cuando llegó mi turno, me tocó la primera ventanilla, donde estaba atendiendo una señora que, me habían informado los camioneros a mi alrededor, es una real puta. Bueno, yo la conozco, y en general ha sido bien profesional, cortés, y eficiente conmigo. No le di mucha importancia a las advertencias. Pero hoy hubo un problemita. Miró ella mis documentos por un instante, ingresó al sistema, y luego fue como si tuviese ella un foco de alarma en la cabeza! Se alteró, y me informo que no pensaba dejarme pasar por ningún motivo con mis datos en ese estado. Parecía que el ultimo funcionario que me dio la salida no la ingresó al sistema.
Casi perdí la camioneta debido a este problema con el sistema Tico, que al parecer borró mi ultima salida de Costa Rica a Nicaragua - según ellos, la camioneta había estado en CR por un més sin permiso, y me cobraban $1300 de multa por devolvérmela! Por suerte me puse las pilas, volví a pata, sin pasaporte y simplemente explicando el problema a los pacos aduaneros, a Nicaragua; hablé con el viejo de "La Aguja" - la caseta que representa el control aduanero final, y lo convencí que me dejara revisar sus archivos, encontrar el documento de mi ultimo ingreso a Nicaragua, y sacarle copia.
Armado con aquél papel, volví al ministerio de hacienda Tico, y cara de palo me metí adentro de la oficina por la puerta de los empleados y fui a buscar al gerente. Le conté lo que pasaba, y creerás que fue muy amable, hizo un par de llamadas, me hizo esperar 3 horas, y por fin, gracias a mi comprobante Nica, me pasó un documento corregido? Llegué a la ventanilla con este documento, pedí mi ingreso de nuevo, el funcionario que me tocó esta vez se paró de su silla y literalmente fue a gritarle a su jefe, pero el señor, muy calmado, lo mandó a darme el documento corregido, y recuperé la camioneta!
Fueron horas de tensión, pero todo salió mas o menos bien, solo que tuve que perder el día y dejar la camioneta en Costa Rica por otros dos días. Vuelvo pasado mañana a buscarla, y se acabó el cuento!
Ahora me tocaba volver a San Juan, pero ya eran las 7, así que el paseo económico - colectivo a Rivas y luego otro a San Juan, ya no era posible, porque el último colectivo a San Juan de Rivas sale mas o menos a las 7:30. Sin falta, alguien se presentó. Gabriel es un joven taxista, muy amable y profesional, y se imaginó que cobrarme el impuesto de ojos azules no sería problema, solo que yo no tengo los medios que son la norma de los ojos azules. Negociamos un rato, y quedamos en que era un pésimo trato para los dos, pero que me llevaría hasta San Juan por $20 US. Siendo que eso es menos del doble del costo de combustible, me parecía sensato, pero me dolía de todos modos. Por suerte, apareció Xavi, un joven Francés que venía llegando de Costa Rica armado con largos palos de malabarismo con antorchas a cada lado.
Compartimos el viaje y nos entretuvimos conversando acerca del robo que representan los proyectos de energía renovable para este país, con sus prestamos dedicados a devolver el dinero a contratistas extranjeros y ahogar al país en cuotas con interés.
Llegué a mi departamento a descubrir que había dejado las llaves en la camioneta, y que el dueño de la propiedad había salido, así que tuve una larga búsqueda hasta que salió su señora que me oyó hablando por teléfono con el hermano tratando de ubicar a Paco, y me pasó las llaves de ellos. Por fin, en casa.
Tengo sueño...
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